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Frases 8. Incarceron

Capítulo 2 - Página 35

Claudia levantó la tapa. Dentro, en un marco de oro y perlas, había un cuadro con una miniatura esmaltada de un cisne negro en un lago, el emblema de la casa. Claudia lo sacó y sonrió, complacida a su pesar por el delicado tono azul del agua, por el esbelto cuello del ave.

- Es muy bonito.
- Si, pero mira.

El cisne se movía. Parecía deslizarse por el agua, al principio con calma. Después alzaba el vuelo, sacudiendo las magníficas alas, y Claudia vio una flecha que salía lentamente de entre los árboles y le perforaba el pecho. El cisne abrió el pico dorado y cantó, una música terrible e inquietante. Al instante se hundió en las aguas y se desvaneció.

La sonrisa de su padre era ácida.
- Si, es encantador. – dijo.

Capítulo 7 - Página 96

- Lo sé insensato, porque lo han escrito los Sapiente. – Gildas se calzó una bota. – La cárcel  se construyó para contener a la Escoria de la Humanidad, para encerrarlos bajo llave, para exiliarlos de la tierra. Eso ocurrió hace siglos, en los tiempos de Martor, en la época en que la cárcel hablaba con los hombres. Setenta Sapiente se prestaron voluntarios para entrar en la cárcel y dirigir a sus internos, y tras ellos, la entrada se selló para siempre. Les transmitieron su sabiduría a sus sucesores.

Finn frotó la empuñadura de su espada, estaba cansado y resentido.

- Desde entonces no ha entrado nadie más. También sabemos que existen los Vientres, pero desconocemos donde están. Incarceron es muy eficaz, fue diseñado para ser asó. No desperdicia la materia inerte, sino que lo recicla todo. En esas celdas engendra nuevos internos. Puede que también cree animales.

Capítulo 19 - Página 280

- Vos, mucho más que cualquier otro, Maestro Sapienti, sabéis lo que los férreos decretos de Havaarna han hecho con nosotros. Somos ricos, por lo menos algunos de nosotros, y vivimos bien, pero no somos libres. Estamos encadenados de pies y manos por el Protocolo, esclavizados en un mundo estático y vacío en el que ni hombres ni mujeres saben leer, en el que los avances científicos de todos los tiempos son un privilegio para los ricos, en el que los artistas y los poetas están condenados a repeticiones interminables y versiones estériles de obras maestras del pasado. Nada es nuevo. La novedad no existe. Nada cambia, nada crece, nada se desarrolla ni se amplía. El tiempo se ha detenido. El progreso está prohibido.

Se inclinó hacia delante. Claudia nunca lo había visto tan serio, tan despojado de su disfraz de afectación, y le sorprendió mucho, como si estuviera ante alguien totalmente distinto, un hombre más anciano, agotado y desconsolado.

- Nos estamos muriendo, Claudia. Debemos romper esta celda en la que nos hemos encerrado nosotros mismos, escapar de esta rueda incesante en la que damos vueltas como ratones. Me he volcado en cuerpo y alma para lograr la liberación. Si conseguirla implica mi muerte, no me importa, porque incluso la muerte sería una especia de liberación.


¿Quién puede trazar la magnitud de Incarceron, sus alas y viaductos, sus abismos? Únicamente el hombre que conoce la libertad puede distinguir los confines de su celda.


1 comentario:

  1. Me ha encantado la ultima cita.. :D Es un libro bastante duro por lo que veo.. amm y pobre cisne!

    un besin

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